Clarkson y la gasolina

Como tengo una hija adolescente, la televisión de mi casa está siempre puesta en una canal musical en la que una selección de furiosos jóvenes en estupidos pantalones urge a sus seguidores a dedicarse a la jardinería. Es un no parar de instrucciones acerca de "matar al cerdo" y "pasar la azada".

El caso es que por alguna extraña razón, hay muy poca jardinería en los videos musicales, y sí montones de coches. Pero hay algo en lo que me he fijado: estos tipos de los enormes pantalones de jardinero conducen a velocidades ridiculamente bajas. Más despacio incluso que Percy Thrower, quien, por supuesto, está ya muerto.

Esto es algo que me incomoda. Cuando yo era joven no existían los videos musicales, pero estoy bastante seguro que si Led Zeppelin hubiera hecho uno, y se hubieran decidido a sacar un coche - lo que no es fácil que pasara- seguro que no hubieran ido a 20 km/h.

Las verdaderas estrellas del rock, aquellas que sabían tocar un instrumento y tal, se compraban Ferraris que conducian a velocidades de vértigo, hasta terminar sumergidos en una piscina. Y lo mismo pasaba con los grandes del cine. James Dean no iba a 20 por hora cuando se mató. Y Steve McQueen no iba de paseo por las calles de San Francisco en su Mustang. Más bien volaba. Literalmente. La velocidad molaba. La velocidad funcionaba.


Cuando era chaval, todos queríamos conducir a toda leche. Conducir deprisa y tirar de freno de mano y picar ruedas al salir de los semáforos: ninguna de estas cosas te aseguraban el corazón de una mujer, pero sabíamos por la forma en que se reían por lo bajo cuando pasabamos a toda hostia que les gustábamos por eso. Creían que éramos hombres de verdad, así que ibamos a toda hostia hasta que nos estrellábamos.

Y es que la velocidad máxima de un coche lo era todo. Todos teníamos un amigo llamado Kev con un Fiesta que se ponía a 250 km/h. Todos teníamos historias sobre como nos pasábamos por la piedra a Porsches 911 turbo. Y los semáforos no eran herramientas para regular el tráfico, si no que eran señales de salida. Rojo: acelerar. Ámbar: acelerar un poco más. Verde: soltar el embrague. En mi cabeza, eso era lo que decía el código de circulación en aquellos tiempos.

La primera vez que me paró la policía por exceso de volocidad -y esto pasaba muy a menudo -, me avergonzó tanto que solo fuera a 140 km/h que les dije a mis amigos que iba a 2oo. E incluso entonces no les impresioné lo más mínimos, porque como ya os he comentado, todos teníamos un amigo que podía poner su Fiesta a 250.

Ahora, en este punto, seguramente estéis esperando a que conmine a la gente joven a dejar en casa la bicicleta y el chaleco reflectante, y se busquen un coche. Pero me temo que esto no tiene ya sentido. Básicamente porque es imposible.

Y no es por una cuestión de seguridad lo que les frena. La gente joven no está programada para ir despacio pudiendo ir a toda velocidad. Y tampoco es por el modelo de juventud que ven en la MTV, o como se llame ahora. Si los jóvenes escucharan lo que en la MTV les dicen, ahora estarían en el jardín de atrás, llevando los cerdos al mercado y quitando las malas hierbas del césped, y no lo están haciendo.

Tampoco es la inacabable cruzada del gobierno contra la velocidad, ni que Al Gore les esté persiguiendo para convencerles de que el hielo en los polos se esté fundiendo, porque, por si no lo sabíais, la cantidad de hielo en los polos se ha incrementado bastante durante el último año.

No. La verdadera razón por la que los chavales que salen en los vídeos -y también los del Mundo Real- no conducen más deprisa es porque, al precio que está la gasolina, simplemente es demasiado caro.

Y no solo es para la gente joven. En la Formula 1 los pilotos van más despacio - o eso dicen - para cuidar sus neumáticos. Pero eso es una tontería: en realidad no van más deprisa porque Vodafone no podría pagar la factura de la gasolina. Otro ejemplo: el productor de TopGear nos llevó hace poco con unos Range Rover turbo a los Alpes a dar una vuelta, y ahora la BBC está en bancarrota por culpa de la sed de los V8.

Sé lo suficiente sobre economía para saber que existe una cosa llamada inflación, pero la realidad es que la inflación no es la única razón por la que antes me costaba llenar el depósito de mi coche 5€, y ahora me cueste 120€. Ir y volver a Londres en mi Mercedes me cuesta unas 100 libras. Eso son 500 libras a la semana. Y 25000 al año, lo que supera el salario medio anual en el Reino Unido.

Es por eso que la gente joven ahora conduce despacio. Porque aunque tienen toda la música del mundo gratis, no pueden descargarse crema para las espinillas, ni vodka, y simplemente no tienen suficiente dinero para quemar un litro de gasolina picando rueda al salir de un semáforo.

Siendo honesto, supongo que no es solo un problema de la juventud. Lo mismo se podría aplicar a los pensionistas y las familias. A todos, menos a Elton John. Conducir rápido ya no es un rito iniciatorio. Es solo un lujo que muy pocos se pueden permitir, y creo que va siendo hora de que los fabricantes se pongan las pilas para solucionar este problema.

Muchos dirán que ya lo están haciendo. Mercedes se ha aliado con Renault y Nissan para trabajar en una nueva gama de coches pequeños. También se están metiendo con calzador baterías en los bajos de los Mini, y todas las marcas están ocupadas desarrollando nuevos modelos híbridos. Pero se están olvidando de una cosa: parece como si estuvieran igualando el precio del coche con lo que cuesta mantenerlo, y ambas cosas no tienen porque ir de la mano.

No me importa comprarme un coche caro, pero si que me importa ir a echar gasolina y ver como al pasar la tarjeta de crédito para pagar mi cuenta se va a cero por algo que ni siquiera veo. Por eso me viene a la mente el pensamiento de que quizás alguien en la industria automovilística podría resucitar el viejo Renault 5 Monaco.

Como os podéis imaginar, siendo un Renault 5, se trataba de un coche pequeño y económico, pero dentro estaba equipado con elevalunas eléctricos -lo que era bastante raro en su momento-, dirección asistida, unos magníficos asientos de cuero y un sistema de sonido bastante decente. Era, en otras palabras, un pequeño coche de lujo. ¿No pueden hacer algo así ahora?

Cuando los fabricantes de coches piensan en coches pequeños, piensan en coches baratos. Por lo tanto, les ponen ruedas de bicicleta, suspensiones hechas de hojalata y los paneles interiores parecen que estén pegados con chicle en lugar de estar atornillados. ¿Pero qué pasaría si, por ejemplo, Mercedes utilizase los mismos métodos de fabricación que utiliza para el clase S en un Smart?

¿Sería el Aston Martin Cygnet la respuesta a las plegarias de Jezza?

Estoy seguro que, por supuesto, si tuviera un control de crucero via radar, manos libres, un sistema de sonido Bang and Olufsen y unos asientos como Dios manda, sería bastante caro. Y dirían que nadie se gastaría 5oooo€ en comprarse un Smart. ¿Pero por qué no?

Yo no quiero un coche particularmente grande. No necesito que tenga una talla mínima, y tampoco me gustan mucho pagar las facturas de la gasolina. Pero no quiero comprarme un coche pequeño ahora mismo porque todos son como la coca-cola de las marcas blancas: vagas imitaciones de la verdadera. Lo que me gustaría, y creo que no soy el único, es un coche pequeño y económico que esté equipado como una berlina de representación. Un VW Phaeton comprimido en la carrocería de un Golf. O un Freelander con todo el equipamiento de un Range Rover. O mejor aún: un Fiat 500 que se comporte como un Maserati Quattroporte.

No creo que esto sea algo imposible, y seguramente los márgenes de beneficio que obtendrían los fabricante serían bastante grandes, de forma que ganarían dinero. Y ahorraríamos a la hora de repostar. Supongo que esto es lo que ganas cuando cumples 50, como yo hice el mes pasado: visión, y sabiduría

Fuente: Top Gear
Traducción libre de un servidor

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1 comentarios:

Anónimo dijo... @ 7 de julio de 2010, 12:37

Gracias por la traduccion :D